Ya lo dijo Roco, vocalista de La Maldita Vecindad, en un comentario que posteó en este sitio (http://tva.com.mx/detalle1075.html ):
“Paz y respeto para todos los escritores, poetas callejeros, danzantes del asfalto y escracheros de la memoria. Las calles están diciendo cosas, nunca han parado de hablar, las calles están diciendo cosas, atento te invito a escuchar....desde los tlacuilos en el México antiguo, las calaveras de Posada en la Revolución, las pintas políticas del 2 de octubre y ahora el wild style más locochón. Que sigan los muros cantando nuestra historia, memoria, sueños y esperanzas, denuncia y propuesta para todos la calle. PAZ Y BAILE ROCO PACHUKOTE”
Eran las once de la mañana cuando salí de mi casa, sabía que el trayecto iba a ser largo, agotador. Tomar el metro, recorrer algunas de sus líneas para después subir a un camión rumbo a una dirección totalmente desconocida.
Después de abordar el transporte y gracias a los consejos de la hija del chofer de la ruta, llegué a mi destino. YaCH y Roto me recibieron en su estudio, un departamento con un ambiente artístico-urbano muy acogedor. Entre pláticas sobre graffiti y música (pasando por reggae, ska hasta llegar al sonidero), pusimos manos a la obra.
Por cuestiones de tiempo, el proceso iba a ser sencillo; el primer paso fue seleccionar la imagen adecuada para trabajarla como sténcil; una vez escogida, se proyectó en la pared sobre unos cartones y marcaron el contorno con plumón: “No es sencillo saber qué es lo que se va a delinear, debes escoger cuáles son tus luces y sombras”, decía el Roto mientras marcaba el sténcil. Al mismo tiempo, el buen YaCH y yo comenzamos con los cortes; se requiere de mucho cuidado y concentración, entre más delicados sean, más detallado quedará el sténcil.
Terminamos.
Terminamos.
La banda del Komal Collective escogió algunos de sus mejores sténciles para lanzarse a pintar; todos con mochila al hombro, aerosoles y sténciles de varios tamaños, pero sobre todo con la adrenalina a tope.
Caminamos varias cuadras hasta llegar a una tienda especializada en graffiti, se encuentran válvulas, ropa, plumones, latas, etcétera; compramos un par válvulas que hacían falta.
Ahora sí iba lo bueno
La banda me explicó que es necesario encontrar la pared indicada para hacer la pinta; debe ser lisa, de buen color (para que contraste con las tonalidades del sténcil) y debe tener una buena ubicación para que el mensaje sea visto por un buen número de personas.
La emoción de realizar las pintas subió a todo; la gente pasaba por las calles, aumentaba la velocidad de los artistas urbanos, los automóviles disminuían la velocidad; algunos se sorprendían de la calidad de las pintas; otros, los desdeñaban con el rostro: “Lo que importa es brindar un mensaje, no rayar sin sentido”, decían en plena acción.
Al final de la jornada, las pintas se lograron sin problemas, la clandestinidad luchó por la libertad de expresión, la gente apreció su arte. Aunque muchos lo reprueban, afortunadamente somos los jóvenes los que seguimos alzando la voz, gritando, expresándonos con aerosoles, sténciles o plumones; todos perseguimos un ideal, pero sobre todo ¡LIBERTAD DE EXPRESIÓN!
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